Parque de Bolívar aproximación a un retaso de la comuonidad gay
24.08.2009 05:13
Por Jennifer Cortés Jiménez
Comunicadora Social
Es domingo en las horas de la tarde, el Parque de Bolívar espera el flujo habitual de los que concurren a él. Las calles que enmarcan el perímetro de este lugar están vacías, pero contienen las huellas de todos los que se instalaron o transitaron indiferentes y sin detenerse toda la semana. Hoy domingo es el día en que la masa citadina se deja seducir por el encanto de su atmósfera y la libertad que se respira en este espacio sin igual que desde antaño era la llegada necesaria a la ciudad de la “nueva villa” que en sus inicios fue el nombre de Medellín.
Según cuenta el señor Pablo, un anciano que visita el parque desde hace más de cincuenta años , eran casas antiguas que desde el barrio Boston y Manrique desembocaban a la calle Ecuador; él parque inicialmente era en arena, después en piedra. En el centro tenía una virgen del Carmen que actualmente no está. El señor Coronario Amador, dono diez lámparas cuando llego la luz eléctrica a Medellín, en el centro tenía una pila de agua en bronce, que hoy se encuentra reemplazada por una en piedra con luces de colores. Tenía también treinta bancas en hierro y madera que encerraban el círculo de la elite de Medellín, en la administración del señor Pablo Bernal se trajo la estatua en bronce de Simón Bolívar.
En este momento el parque, gracias a las reformas urbanas, ideológicas y sociales, abre sus puertas a la ciudad vivida y sin límites, ajena a la planeación urbana, pero complaciente a los deseos de los habitantes que ven el aquel escenario un adecuado espacio de encuentro social, de emancipación donde prima la expresión y la identidad desinhibida de señalamientos.
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